miércoles, 4 de diciembre de 2013

La desnaturalización impositiva



Autor: Juan Cruz Cardoso
 
Desde hace años se está hablando en la Argentina de la “cuestión tributaria”, de A.F.I.P., de recaudaciones sin precedentes, y de los nuevos viejos impuestos conocidos y por conocerse (algo similar a un competencia de creatividad impositiva). Pero nuestro país parece (una vez más) haber ingresado al primer mundo, ya que por estos días se habla también del “impuesto a los (nuevos) ricos”[1], (similar a) como sucedió en Francia, Inglaterra, y otros “amigos” de la U.E. Esta medida aparentemente busca (re)establecer la igualdad, aumentar la recaudación fiscal, y disminuir la fuga de divisas.

Sin embargo, tributariamente hablando, esta medida puede leerse de dos maneras: a) el Estado pretende desalentar el consumo de los vehículos (y otros bienes) que cuestan más de una determinada suma de dinero (los impuestos internos nacieron para desalentar el consumo de bienes suntuosos o cuyo consumo en la población se pretende apocar); o  b) existe en el país una gran mayoría de contribuyentes de (muy) alta capacidad económica (y también contributiva) que estaría dispuesta tributar lo que sea por un vehículo de esos precios y/o características.  

Ninguna de las dos opciones que se leen claramente en esta medida, condicen con la realidad económica que nos dicen, venimos atravesando desde hace diez años.

En el primero de los casos se observa que justamente los rodados más seguros, serán los más castigados. Se estaría tratando de ostentosos a vehículos que si bien son caros, hoy no demuestran la verdadera capacidad contributiva de la población. No es novedad que gran parte de la clase media vio en los autos un refugio seguro para sus ahorros.

Existen otros vehículos muy buenos no alcanzados por la futura norma, dirá alguna rápida opinión. Y así es, pero ello no implica tener que desnaturalizar impuestos y recaudar a cualquier costo. Esta medida solo demuestra la verdadera inequidad que hay hoy en la Argentina, y desde ya, generará más inequidad y especulación.

Por un lado, quienes ya adquirieron este tipo de vehículos tendrán ahora una “joya” más valiosa que la que tenían antes, y podrán aumentar los valores de reventa de sus rodados, hasta el límite del aumento impositivo. Gran negocio.

Mientras que por otro lado, los vehículos 0 Km no alcanzados por el impuesto también podrán aumentar sus precios, hasta el máximo no alcanzado por el nuevo impuesto. Gran negocio también.

De manera que una vez más, la clase media será la gran afectada, mientras que quienes tienen mayor capacidad económica y contributiva, solo verán incrementados algunos de sus costos, pero con seguridad, ello no les causará ningún trastorno financiero ni económico.

Capítulo aparte merecería el gran perjuicio sobre los más necesitados, quienes no tienen, ni lo tendrán a partir de ahora, acceso a ninguno de este tipo de vehículos, y que mucho menos verán reflejada la mayor recaudación estimada en beneficios propios: pues el déficit y gasto estatal son cada vez mayores.

¿No sería más fácil, o al menos más conveniente, recaudar eficientemente los impuestos que ya existen (y que por cierto están en niveles record)?

¿Es posible que en un país como la Argentina, en donde los índices muestran que la igualdad social tiene mejor salud que nunca, se cree un impuestazo a los ricos en clara demostración de que existe una parte de la sociedad que se ha enriquecido desproporcionadamente al resto (estirando las brechas cada vez más)? ¿Qué dirá la sociedad a partir de ahora cuando vea un vehículo 0 km de alta gama? ¿Habrán mayores resentimientos o mayor comprensión, porque ese que conduce es un buen y gran contribuyente?
¿No será todo esto muestra de que, por el contrario, sigue habiendo en nuestro país gente mucho más rica y gente mucho más pobre que en otras épocas, y que la brecha si no se ha estirado, al menos se ha mantenido inalterada?




[1] Por estas horas se debate en el Congreso Nacional un aumento de los impuestos internos a los autos de alta gama

2 comentarios:

  1. Juan Cruz,
    Muchas gracias por tu post.
    Más allá de lo opinable de la cuestión, creo que tu punto central se entiende y es válido.
    Sin embargo, puede que la medida tenga como objeto, de alguna forma, generar una redistribución de ingresos. Aun cuando ese objeto no esté explicitado en la norma y no pueda derivarse de la forma del impuesto. Siempre teniendo en cuenta el costo de la redistribución que he planteado en alguna oportunidad.
    Por otra parte, puede que la voluntad del legislador sea desincentivar la compra de "vehículos" de "lujo" con las limitaciones y problemas que el proyecto de ley tiene (los montos, los tipos de vehículos y demás). Me parece relevante vislumbrar las implicancias a la economía y a la producción que podrían derivar de un impuesto con alícuotas de hasta el 50%. Las restricciones e imposiciones sobre la producción industrial (o sobre la producción en general) no son gratuitas, de allí pueden generarse cientos de repercusiones sobre empresas, consumidores, incentivos (desincentivos). Además, es trascendente determinar la elasticidad de la oferta y de la demanda del bien, ya que no siempre será posible (o viable) el traslado del impuesto al consumidor, incrementando los costos de las industrias.
    Finalmente, si lo que se propone con la nueva disposición es aumentar la recaudación, creo que sirve tener presente las ideas de Laffer, que he relevado en otra oportunidad. La producción automotriz ha sido fuente de altos ingresos y, como indicás, la clase media (principalmente) y la clase alta (en menor medida) se han volcado a los vehículos como medio de ahorro y de paliar la inflación (sea cual fuere el índice real de la misma), pero las alícuotas del 30% o 50% pueden devenir en exclusión de consumidores del bien.
    En cualquier caso, confiando en el sistema republicano (y democrático), no debemos dejar de lado de que se trata de un proyecto y que el mismo está sujeto a discusión y aprobación por el Congreso. Estaremos a la resulta de ese procedimiento y, de constituirse en ley, en el blog analizaremos en concreto la medida y sus implicancias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Finalmente el proyecto del que hablábamos, es ley. Entre otras cuestiones, el senador Aníbal Fernández (Presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda) dijo una frase en su exposición de motivos, que nos sirve para continuar con el análisis del tema en cuestión: "el objetivo del impuesto no es recaudatorio, sino que busca equidad y distribución del ingreso." Los impuestos, estudiamos, tienen una finalidad y una naturaleza jurídica propia e inalterable, y si una u otra, o peor, ambas son modificadas, sustituidas, o simplemente pasadas por alto, ya no estamos hablando de impuestos, sino de otra forma de subvenir con el Estado, cuya naturaleza es política y no jurídica. Si la medida, desde un enfoque político, es buena o no, lo veremos con el correr de los meses o años tal vez. Pero muy posiblemente sea otra medida de emergencia que llegó para quedarse.

      Eliminar